A la inexplicable sensación de dolor que me invadió cuando fue grande la ausencia de respuestas y se me empujaba al odio como única salida del tormento, a la pregunta que sigue sin resolución y al noble sentimiento que se ha mantenido con entereza en mi corazón ¿Y tú, sabes cómo odiar?
꧁¿Cómo odiar?꧂
¿Conoces la
definición del odio? El mundo mismo lo define como la aversión, el repudio y
rechazo a alguien o algo, el sentimiento profundo y el deseo inagotable de que
ocurra el mal, el dolor o la desgracia sobre aquello que nos despierta tal
sentir, eliminarlo, evitarlo o destruirlo, así pues ¿Eres capaz de odiar?
Un día no hace
mucho tiempo, se acercó a mí aquel caballero, mis ojos no podían mirarle sin
sentirse arder, aún mi alma conservaba por él la esperanza de retroceder, de
enmendar, de suturar cada herida causada por su hipocresía, me pidió entonces
que le odiara, que repudiase hasta su respiración, me pregunto ahora ¿Conocía
realmente lo que odiarlo significaba?
Debo admitir que,
dentro de lo intrincado de su proceder, él si poseía la capacidad de odiar y de
rodearse de seres con tal potencial, odiaba mis decisiones pasadas, odiaba mi
vida antes de él, odiaba mi ingenuidad y mi excesiva bondad ¿repudiaba también
mi actuar para él?
Alguna vez deseé
también ser portadora de su “virtud” y a la misma escala de su alma, odiar todo
su proceder, sus latidos y su voz, su eterno resplandor, sin embargo, no cuento
con la capacidad de poderle odiar, quizás no odio realmente nada en particular,
me disgustan algunos vegetales, no soporto algunas frutas, no tolero aromas singulares
y rechazo la presencia de ciertos animales ¿pero odiar? No odio, por desgracia,
ser inerte o con vitalidad, alimento o situación, no odio… no odio más que sólo
su abandono y su falta de sensibilidad.
Pero aún odiando
sus decisiones y su nula empatía a mi felicidad, no puedo odiarlo
concretamente, rechazar su vida o repudiar su virtud, tan sólo puedo aprender a
tolerar el curso del destino y el camino que mi existir toma a cada paso que me
alejo de su ser, sin embargo, aún me pregunto ¿por qué me pidió odiar? Pensé
antaño que yo odiaba a otra mujer, que odiaba su existencia hasta rabiar, pero
en realidad nunca la pude odiar, la quería con verdad y anhelaba que sólo fuese
un mal sueño su traición, a él le ame hasta morir y le perdoné hasta sufrir
¿por qué me pide que odie, cuando él más que nadie siempre tuvo la indulgencia
en mi corazón?
No se trata de
compasión, altruismo o piedad, no se trata de querer ganarme el cielo con mi
humanidad, se trata de amor, de sinceridad y verdad, de todo aquello que su
alma no supo mostrar. En medio de su egoísmo ¿tal vez por eso se quería odiado
y despreciado, tal vez es el odio el consuelo de su alma? ¿Qué ser atado a la
desgracia no desea caridad sincera de quien lo ama? ¿Qué tan negro tiene que
ser el corazón o qué tan vacía lleva el alma, todo aquel que da la espalda a
una vida abnegada y profundamente enamorada?
Ahora bien, tal
vez mi mente quebrantada y mi corazón derrotado han juzgado mal la disposición
y dirección de su obrar ¿Cómo defines su actuar? ¿Mero egoísmo con tintes de
maldad o un atisbo de altruismo y sinceridad? ¿Qué significa su última petición
y que conlleva con ella su gran adiós?
Es un escrito con mucha fuerza, Aran.
ResponderBorrarMuchísimas gracias, Estefanía. Realmente es mi deseo comprender más allá de los versos el obrar y la determinación misma del odio. Un abrazo y nuevamente gracias por leer!
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