jueves, 22 de octubre de 2020

La flama en la habitación

 

Cuando recorremos los intrincados pasajes de nuestro corazón y exploramos las rendijas de nuestra alma, siempre podemos encontrar esos pequeños fragmentos del recuerdo, esas partes de nuestro ser que nos dominan o nos fortalecen... A la pequeña flama que arde eterna en mí.

꧁La flama en la habitación꧂

 

Recorriendo los pasillos oscuros de mi alma, iluminados tan sólo por mi propia esperanza, suelo encontrar siempre, entre ruinas y escombros, una habitación desmoronada que se ilumina por sí sola, en el centro del cuarto, bajo miles de rocas, entre cenizas de recuerdos y versos desgarrados, arde incansable una pequeña flama, ondea entre colores, sin empequeñecerse, sin extinguirse, sin doblegarse por mucho que sople.

Cuando toda aquella parte de mí se hizo trizas, cuando todo ese universo de mi interior se cayó a trozos, esa flama era aún más grande, ardiente e imponente, parecía que podría avivarse por siempre, incluso en la inclemencia, dejé caer en ella los muros, derrumbé el techo, quemé entre su fuego los recuerdos dulces de mi amor y soplé sin cansancio para apagarla, para nunca más ver aquella luz incansable, pero fallé, como siempre se falla cuando se es condescendiente, como se falla ante el amor que nada hiere, y aquí, en medio del desastre, aún arde con fuerza.

Me inclino entre los destrozos a observarla, ha mermado con el paso de los meses, en un principio, cuando vi que empezaba a arder con menor intensidad, he pensado, casi apostado, que se extinguiría en algún tiempo, pero aún pasando los meses, aquí sigue, casi invisible, casi inerte, pero ardiendo, sin que nada ni nadie apague su fuego. ¿De dónde saca el valor para seguir viva, cómo puede iluminar algo tan pequeño, un lugar tan hueco? He decidido dejarla arder en soledad, sin alimentar su fuego, sin proteger su calor, en completa soledad, que se siga consumiendo entre estas paredes caídas, que siga ardiendo hasta su fin sobre las cenizas, pero nunca más he de alimentar este furor, nunca más he de permitirle arder hasta estallar, pues nada me ha dejado, más que amarga soledad y la destrucción de todo aquello que un día llamé felicidad.

Así pues me levanto, sin mirar atrás, esperando que mi determinación algún día llegue a funcionar, que se extinga sin pensar, que se muera sin dilatar, que tan sólo se haga una chispa fugaz, pues si no la alimento no crecerá, pues si llegan suficientes tempestades por fin morirá, pues será entonces cuando sepa que no queda un solo sentimiento que clame tu nombre, pues entonces sabré que estoy libre de tu recuerdo en mi mente, pues entonces, por fin, tras cada lucha que me robo mi vivir, seré completamente libre de ti. 


Aran Nilo


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1 comentario:

  1. Excelente relato, muy parecido a un poema, en verdad que hay llamas internas, me parece bastante bueno el escrito porque se cuestiona acerca de ello.

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