Cuando recorremos los intrincados pasajes de nuestro corazón y exploramos las rendijas de nuestra alma, siempre podemos encontrar esos pequeños fragmentos del recuerdo, esas partes de nuestro ser que nos dominan o nos fortalecen... A la pequeña flama que arde eterna en mí.
꧁La flama en la habitación꧂
Recorriendo los
pasillos oscuros de mi alma, iluminados tan sólo por mi propia esperanza, suelo
encontrar siempre, entre ruinas y escombros, una habitación desmoronada que se
ilumina por sí sola, en el centro del cuarto, bajo miles de rocas, entre
cenizas de recuerdos y versos desgarrados, arde incansable una pequeña flama,
ondea entre colores, sin empequeñecerse, sin extinguirse, sin doblegarse por
mucho que sople.
Cuando toda
aquella parte de mí se hizo trizas, cuando todo ese universo de mi interior se
cayó a trozos, esa flama era aún más grande, ardiente e imponente, parecía que
podría avivarse por siempre, incluso en la inclemencia, dejé caer en ella los
muros, derrumbé el techo, quemé entre su fuego los recuerdos dulces de mi amor y
soplé sin cansancio para apagarla, para nunca más ver aquella luz incansable,
pero fallé, como siempre se falla cuando se es condescendiente, como se falla
ante el amor que nada hiere, y aquí, en medio del desastre, aún arde con
fuerza.
Me inclino entre
los destrozos a observarla, ha mermado con el paso de los meses, en un
principio, cuando vi que empezaba a arder con menor intensidad, he pensado,
casi apostado, que se extinguiría en algún tiempo, pero aún pasando los meses,
aquí sigue, casi invisible, casi inerte, pero ardiendo, sin que nada ni nadie
apague su fuego. ¿De dónde saca el valor para seguir viva, cómo puede iluminar
algo tan pequeño, un lugar tan hueco? He decidido dejarla arder en soledad, sin
alimentar su fuego, sin proteger su calor, en completa soledad, que se siga
consumiendo entre estas paredes caídas, que siga ardiendo hasta su fin sobre
las cenizas, pero nunca más he de alimentar este furor, nunca más he de
permitirle arder hasta estallar, pues nada me ha dejado, más que amarga soledad
y la destrucción de todo aquello que un día llamé felicidad.
Así pues me
levanto, sin mirar atrás, esperando que mi determinación algún día llegue a
funcionar, que se extinga sin pensar, que se muera sin dilatar, que tan sólo se
haga una chispa fugaz, pues si no la alimento no crecerá, pues si llegan
suficientes tempestades por fin morirá, pues será entonces cuando sepa que no
queda un solo sentimiento que clame tu nombre, pues entonces sabré que estoy
libre de tu recuerdo en mi mente, pues entonces, por fin, tras cada lucha que
me robo mi vivir, seré completamente libre de ti.
Excelente relato, muy parecido a un poema, en verdad que hay llamas internas, me parece bastante bueno el escrito porque se cuestiona acerca de ello.
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