꧁Habitante de la vida꧂
No tengo miedo a
donde voy, no huyo de donde estoy, tan sólo avanzo poco a poco, paso a paso,
siguiendo mi propio calor. Antaño creí que debía buscar, completar mi ser para
realizarme, completar mi alma como si estuviese hueca, como si faltase la mitad
de mí, cuán equivocada estaba en aquella época. Habitante de la inmensa
soledad, tan poco adorada y tan bien agradecida, infinita y clara para quienes
la aman, densa y asfixiante para quienes la aborrecen, ¿por qué nos inculca la
vida misma el amor, como máximo bien a adquirir? ¿por qué si existe el amor, la
gente lo burla con la maldad?
La vida misma te
hace pensar tan tristemente, que quisiéramos realmente no habitar en tan
profundas contradicciones, hasta ahora mis más grandes muestras de amor me han
enseñado, con profundo dolor, que no importa cuántas cosas buenas hagas por
alguien, si ese alguien no siente una pizca de cariño por ti ¿Cómo podría valorar
la infinidad de tu ser? No importa cuán bueno sea tu corazón, cuán honestas
sean tus intenciones y cuán profundos tus deseos, aquel que es ciego ante la
luz jamás podrá distinguir mínimamente el valor de tu interior y tan sólo podrá
ver cuánto provecho sacar de tu ingenuidad.
¿Por qué, por qué
es necesario prevenirnos de la maldad ajena, por qué es tan obligatorio estar
en guardia a cada paso que damos, por qué es sumamente importante estar
preparados para el inevitable dolor? ¿no sería más bello y justo erradicar la
maldad del corazón bien aventurado? ¿no es más lógico poder dar y recibir
desinteresadamente? ¿no es más sensato valorar el alma individual, incluso
cuando carece de afinidad con nosotros? Aún tras todos mis destrozos, sin
importar cuán rota estuve, aún creo en el fondo de mi alma que la verdad, la
bondad y el amor, serían pues el edén de nuestros corazones y por ende la
alegría perdida de la humanidad misma.
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