lunes, 28 de septiembre de 2020

A la pequeña mujer

A la pequeña Ana, que un día tuvo un trocito de mi corazón, quien con su alegría me hacía adorarla en los buenos días y quién, ante la tentación y el mundo del amor, eligió la traición y el rencor para su corazón.

꧁A la pequeña mujer

 

Si miro en mi consciencia y consulto en mi interior, debo admitir que no existe temor a tu existir, que no queda rastro de odio o de rencor, que no eres más que un agridulce recuerdo del que no gusto hablar. Cuéntame pequeña mujer ¿Cómo late tu corazón? ¿Has embellecido más en estos meses que no he podido contemplar tu ser? He de decir que ya no te echo de menos, pues he comprendido que nunca tuve motivos para extrañarte, sin embargo, te escribo estos versos, que nunca serán leídos por tus ojos chocolate, esperando que, a pesar de todo, los sientas rodearte.

No quiero aparentar bondad o llamarme santo, sin embargo, te envío un abrazo, quizás no lo desees y tal vez, con certeza, no lo necesites, pero lo envío de todas formas, para que te cubra, para que te cuide. Guardé en mi alma tanto rencor alguna vez por ti, guardé en mi pecho tanto dolor, te entregué dolor y te entregué crueldad, quizás no suficientes, mas no mereces más. Traicionaste mi confianza, derrumbaste mi corazón, fuiste quien tiró el primer pilar de mi alma y aún de las ruinas construí más, me alcé, seguí, pero ¿Quién diría que tú sólo serías el inicio de la tempestad?

Me aferré a culparte y a odiar tu proceder, porque quería perdonar a ese otro ser que me falló, porque siempre opté por cuidarle a él, por perdonarle y anteponerle a todo ser, ahora comprendo mejor el por qué, cada vez que yo decía de perdonarte y disculparme, enfurecía y decía que yo estaba mal, ahora entiendo que siempre estuviste junto a él y su propia culpa no le permitía tolerar mi deseo de paz. No voy a disculparme nunca, pequeña mujer, no voy a decirte que siento lo que te dije o que me retracto de mis palabras, pues en su momento fueron la más grande sinceridad de mi alma, pues en su momento te ganaste a pulso la desgracia, sin embargo sí cometí un error, poner en ti todo el peso que era de dos, descargar en ti todo el resentimiento, cuando tú eras tan sólo otra ficha de su juego, cuando tú eras, a consciencia, sólo una excusa en su experimento.

Ahora me pregunto, pequeña escritora ¿Ha encontrado la paz tu alma? ¿Tienes su amor y llena tu corazón como realmente lo mereces? Quisiera pensar que, aún tras tanto mal, podrás hallar la bondad, aunque me temo que en él no está, sin embargo, intento consolar mi alma marchita diciéndome que son dos piezas hechas a la medida, con el mismo grado de malicia y mentira, sin embargo, pequeña, aún siento que no mereces la crueldad de su presencia.

Sé bien lo que el amor nos ciega, sé en mi carne lo que el amor sincero causa, no pondré en tela de juicio tus sentimientos, pues ya tuviste suficiente, sé que a tus ojos soy el verdugo, sé que en tu mirada soy la villana, oh, pequeña adorada, no sabes cuánto habría dado por no ser tu villana, si tan sólo en medio de su tiranía, se hubiese decidido a seguir su vida atada a la tuya. Pequeña de cruel proceder, aunque merezcas castigo, existir como vives es suficiente tortura, pido a la vida que tenga un poco de benevolencia y, en el potencial de tus creencias, te permita dar luz al mundo, una luz positiva, pues dentro de todo lo malo que emana de ti por mí, puedo decir con certeza que existe algo bueno, aún cuando sepa, después de mi vivir, que puedo equivocarme y volverme a arrepentir. 

Aran Nilo


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