jueves, 10 de septiembre de 2020

Mi Filofobia

 

Para ti, que con tu dulce calor pretendes dar luz a mi interior, a ti, que deseas comprender por qué me aferro a la soledad.

Mi Filofobia


Si pudiera explicar realmente lo que siente mi piel, si existiera una manera de definir fervientemente cómo arde mi subconsciente y la fuerza en la que se derrumba mi valor, si pudiera enseñarte abriéndome el corazón, la manera en que duele el amor. No puedo expresar infalible, en cuántos pequeños trozos se resquebraja la vida que llevo, cuando el más mínimo indicio de aquel idílico sueño asoma su luz. No sabría cómo decirte que me hace arder, aterrar y me obliga a correr, a huir, de mí, de los demás, de todo aquello que se defina como felicidad.

Me he quedado llena de dolor y si la definición es correcta, también de traumas que me revientan sin compasión y susurran a mi corazón que todo aquello que se defina como cariño conlleva una profunda traición, es entonces cuando mi propio existir divide y define cada tipo de amor, porque no es el amor a una madre el que me lastima, pues no es el amor a mis amigos el que me quema, no es el amor a los animales el que pueda matarme, es la idea del amor a otro ser y la idea de la pareja, la que me consume viva y me aterra, me entristece y enluta mi alma, pone el cielo gris y mil tormentas se desatan, se despierta mi sentido de alerta y me grita que corra con fuerza, que levante mil muros y ahuyente a todo aquel que quiera acercarse, sincero o traicionero, puro o desvergonzado, al final acabará siendo un recuerdo del pasado y un hueco en el futuro.

¿Cómo podría librarme de este terror? Si yo misma he elegido tal acción, cuando más quebrada me sentía, cuando más profundo me dolía la mentira del amor, de la vida y la aventura de cruzar mil vidas junto a una misma alma, ligada a un ser que siempre estaría al anochecer y al amanecer, cuando la confianza no existía y mi corazón sufría, entonces deseé con fervor rechazar y temer el amor, para crearle a mi alma una fuerte convicción que mantuviese mis sentimientos privados del dolor de ser entregados a seres sin corazón. ¿Cómo reprocharle entonces a mi esencia oscurecerse ante su presencia? ¿Cómo querer tan siquiera resistir el tormento que su mínimo indicio le provoca a mis recuerdos? Como si una pequeña ventana a las penumbras de mi alma y al abarrote de mis recuerdos maltrechos y dolidos se abriese, como si una melodía perpetua resonara en mis latidos y repitiese con incansable seguridad que el amor es tan sólo la llave del mayor de los desastres y la condena eterna de la luz de mi alma.

Rehuyo entonces de la más pequeña muestra de pasión, verdadera o ilusión, se forma un imponente nudo en mi corazón ante cualquier cumplido con intención de anidar en lo profundo de mis latidos y llegar directo a la fortaleza de muros que rodea mi corazón. Recuerdo con calma los días de mayor dolor, cada promesa, cada imagen que visualizó mi consciencia cuando el dolor quemaba, con el fin de protegerse, no le temo a mi temor, no pretendo cambiar mi convicción, me convenzo de que mi soledad es mi mayor muestra de amor y que los caminos que me depara la vida son más seguros en mi soledad, en mi profundo abandono de los lazos sentimentales, en mi adoración al tiempo conmigo misma y es que, por primera vez en mi vida comprendo la grandeza de mi soledad y el potencial de mi propia compañía, probando tan maravillosa dicha y recordando el infierno disfrazado de amor, prefiero mil veces los desiertos en soledad que el mayor oasis en compañía. 

Aran Nilo


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