sábado, 12 de septiembre de 2020

¿Me mirabas como yo te vi?

 

Al fantasma que ahora es, aquel que con crueldad e indiferencia hirió lo más profundo de mi alma, condenando la mayor bondad de mi corazón al exilio eterno de la soledad, a recorrer la vida sin el amor, con el temor de la traición.


¿Me mirabas como yo te vi?

 

Dime ¿quién te mira cómo una vez yo te vi? Dime si alguien más que yo tiene la capacidad de mirarte con la grandeza que mis ojos te iluminaron una vez ¿lo hay? Dime sin miedo, sin mentir, sin deformar la verdad, esa que tanto te gusta ocultar.

¿Quién te mira como yo puedo verte, con la luz eterna y el corazón ardiente? Dime, pues no encuentro quién más que yo, pueda tener mis ojos tan llenos de amor, no existe y no podrá existir, porque mil vidas se enlazarán a ti, porque mil ojos te verán, porque mil mujeres te amarán, pero dime ¿quién te mirará así?

Mis ojos hallaban pureza, en todo el desastre de tu existencia, mis ojos veían ingenuos luz, en todo lo que era dominado por las tinieblas, estos ojos que muchas veces condenaste al juicio injusto, estos ojos que te decían la verdad, cada vez que te miraban como el más bueno de los seres, estos orbes de miel, que se deshacían en llanto ante la crueldad de tu ser.

¿Quién puede mirarte sin juzgarte y perdonarte sin recriminarte?  Mis ojos jamás te vieron con crueldad y no existía en su idioma la indiferencia, luchaban desesperado por ser dueños de tu presencia y que los siguieses a la par que ellos iluminaban tu consciencia, esa oscura consciencia llena de odios y maldad, esa que reflejaba tu alma en tu mirar, negra, profundamente oscura, carente de luz y color.

¿Existe alguien con tremenda capacidad, existe realmente quien te pueda mirar como mis ojos te miraron, como mis ojos te anhelaron y adoraron? Nadie podrá verte con tal inocencia y confianza, nadie podrá creer que eres algo que jamás has sido y probablemente nunca seas, porque tras tantas dolencias causadas y tan poco arrepentimiento sentido, seguirá condenada tu alma a nunca más ser mirada, a nunca más recibir el rayo de luz de mis ojos, iluminados por el sol de la tarde, contemplando embelesada tu nariz respingada, preguntándome, aun así ¿me mirabas a mí, como yo te vi?

Aran Nilo


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2 comentarios:

  1. Una pregunta bastante compleja e intima, quizas nunca uno sepa quien lo miraba a uno de esa manera.

    Buena reflexion

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  2. A mí es mejor que no me miren. Mi cara es un atentado contra el bien. Mi estampa le da un susto al miedo. Hay cosas, como yo, que nunca deben ser mostradas y por ende, miradas.

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