lunes, 4 de marzo de 2024

Aprendizaje del amor

 

Cuando mis reflexiones interminables me invaden, cuando la comprensión del tiempo y el dolor se vuelven paz en mi corazón.

Aprendizaje del amor



He de admitirte, querido lector, que no recuerdo ya cuántas veces he escrito sobre esta parte de mi vida y también, confesar, que no sé si existirá el día en que deje de hacerlo. Por el año 2018, después de que me gradué de la universidad, lo conocí. La forma en que fue, es tan extraña y tonta que a veces considero una locura, la manera en que parecía que no podía mirar otra cosa que no fuese a él. Amarlo fue una revolución, llegó y destrozó todo lo que conocía, me golpeó con fuerza y derrumbó cada muro, cada creencia que podía tener, recordar esa época es tan alegre, que salta a mí la melancolía, qué manera de cegarme, qué brillo y qué luz, qué fuerza y qué adictivo podía ser.

Yo creía ciegamente que mi vida ya estaba escrita antes de conocerle, que me casaría con la misma persona que llevaba conociendo hacía 4 años, que nadie podría amarme y que yo no sería capaz de enamorarme, me había resignado a la promesa de un futuro mejor, por el miedo a arriesgarme a cambiar mi perspectiva.

Entonces, él entró sin permiso, se adueñó de todo, no dejó un espacio libre para nada que no fuese él, su voz, sus ojos, su forma de ser, todo era tan maravilloso, todo era tan fuerte, tan dulce, tan especial, pensé y supe con certeza más tarde, que nunca antes había estado enamorada hasta conocerlo. De todo lo que se escribe del amor, de todo lo que se dice de ese sentimiento, te puedo asegurar que lo más cierto, es que es arrasador, destruye y edifica, rompe los moldes, al inicio parece ser todo lo que soñabas y con el paso del tiempo, te enseña cómo puedes amar hasta aquello que solías odiar.

Días como estos caigo en lo profundo de mi memoria, encuentro alguna conversación de cuando le conocí, alguna cosa guardada por ahí y mis lágrimas se apoderan de mí, mi corazón se impacienta y todo lo que soy lo empieza a buscar, a llamar en mi mente, a anhelar, ¿cómo no hacerlo, si era el amor de mi vida? Con el paso del tiempo entendí muchas cosas que en su momento no pude comprender, tuvieron que pasar años, concretamente 6, para aceptar todo lo que fue, lo que no es y lo que quizás no podrá ser jamás.

Nunca pensé que realmente una persona marcase tu alma de la manera en la que él lo hizo, hasta sus mayores defectos se volvieron encantadores a mis ojos, no sólo me trajo dicha, amor, dolor y tristeza, me trajo valentía, fuerza, determinación, me trajo conocimientos y fortuna.

Yo no supe obrar correctamente, por miedo a soltar la vida que tenía, las certezas que en ese momento eran tan monótonas, pero, certezas, al fin y al cabo. Me asustó tanto saltar al vacío, me daba terror que no hubiese nada, nada allá abajo. En realidad, ambos nos equivocamos, en realidad nos mentimos, nos engañamos, con el paso del tiempo, en algún lapso que no tengo completamente claro, nos perdimos, yo lo perdí primero, pero estaba tan locamente enamorada que no podía verlo, mucho menos aceptarlo, no podía soltarlo, quería tenerlo, poseerlo, ser su todo, su universo, ser todo lo que sus ojos pudieran ver, ser su inspiración y su fortaleza, quería ser su hoguera y su mayor sueño, me volví posesiva, loca, endemoniadamente loca.

Su corazón cambió, o quizás él se fue, aún no logro entenderlo, pero quien alguna vez fue él, dejó de ser hasta convertirse en una persona desconocida completamente para mí, tan diferente, tan áspero, tan lejano, tan duro como roca, tan frío como el ártico, al final, su corazón se fue y yo espero, que ese cuerpo, esos ojos, esa voz, esa piel, tan parecidas al amor de mi vida, pero que no son él, realmente encontraran el brillo y el amor que tanto merecía.

No te voy a mentir, siempre quise ser todo, siempre quise ser su luz y su verdad, su espada, su escudo, quise ser hasta la tierra que pisara, hasta el viento que acariciase su rostro, quise ser cada cosa que pudiera ver, tocar, tener, quise ser su definición de felicidad y paz, pero no lo pude ser. Tras tantos años, tras tantas caídas y mil desaciertos, sólo espero que lo tenga, que tenga luz, paz, amor, felicidad, que el corazón que lo cautivó, realmente ilumine su vida y tenga todo lo que merecía recibir, todo lo que fui incapaz de darle.

Cada vez que puedo, le envío mi amor en la distancia, le envío luz, le envío mis deseos más puros de que nunca mire atrás con arrepentimientos, de que su presente y su futuro sean tan grandes y deslumbrantes como deben ser. Él desapareció hace mucho tiempo, más del que podría asegurar, a veces me pregunto si mi amor creció con él o con lo que quedaba de él, si, al igual que una planta sobre el asfalto, mi amor creció sobre ese rudimentario ser en el que se convirtió poco a poco, pero nació en el dulce caballero que me deslumbró la primera vez.

Si él me viera en este momento, si el hombre que nunca pude soñar, quien decía las cosas más hermosas que pensé escuchar, me viese ahora, me diría que corra, sé que me diría que me fuese, que no mirase más atrás ni por un segundo, me diría que no vale la pena lo que quedó atrás y que lo que admiró siempre de mí es como no me detuvo nada de lo que me pasó, de lo que me pasa y de lo que me pasará, me diría que no me ciegue, aún si escucho su voz, aún si veo un rostro muy parecido a él, me diría que me fuera, me gritaría que sostendrá cada roca, me diría que nada, ni siquiera él, valen lo suficiente para seguir distrayéndome del futuro.

Él me consideraba valiente y fuerte, pero me trataba con más dulzura y calidez de la que nunca sentí, no importa de quién la pudiera recibir, nada ni nadie se compara a él, por eso, aún cuando todavía puedo llorar al extrañarlo, mi pecho siente calma casi de inmediato, mi mente me susurra, corre… No es momento de quedarse aquí, no hay nada que puedas buscar atrás que pueda cambiar lo que vendrá, no dejaste nada olvidado, si ya no está contigo es porque así debía ser.

Lo que debe ser, será, aún cuando te destroce hasta llorar, lo que es, es lo que debió ser desde el inicio y el hubiera nunca ha existido.

Si algo puedo agradecerle al ser en quien se convirtió mi gran amor, es todas las lecciones que me enseñó, aunque duro, aquello que se escribe sobre el dolor, se graba tan fuerte en tu corazón… 

Me enseñó a soltar, me enseñó a aceptar aquello que no podemos cambiar, me dio la lección sobre como todo no está ni estará bajo nuestro control, por mucho que miremos al cielo y le gritemos a Dios que de verdad, de verdad lo haremos mejor una vez más. 

Me enseñó, contra mi voluntad, que el tiempo es un maestro memorable, aunque no me guste esperar, que nada sana mejor como una dosis de tiempo y distancia. Él, que se parece tanto a quien fue mi vida, me enseñó que al final, dolorosamente al final, amar de verdad no es más que la crueldad de ser feliz con la felicidad del otro, aún más, si tú no eres esa felicidad, que su bienestar es amar y que amarlo de verdad, es amarte a ti mismo también, es no esperar, no imponerle sentir por ti algo que claramente no está en él, ni compararlo o medirlo con algo que ya nunca podrá ser.

Amarlo ha sido un luto constante, ha sido dejar de decir las cosas que quiero gritarle, ha sido dejar de correr, intentando que me mire como yo a él, ha sido soltarle, ha sido negarme, negarle, y aún, con lo difícil que pueda sonar, nada jamás será peor que intentar no amarle. 


Aran Nilo


Si te ha gustado podrías compartirlo con aquellos quienes puedan gozar esta lectura tanto como tú, gracias.

1 comentario:

  1. Me ha hecho sentir todo y de todo. Has hecho lo más difícil: SOLTAR. Gracias por dejar ver tu interior de esta forma tan clara y honesta. Gracias. Un placer leerte. Saludos!

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