La desesperanza sin poemas, la confesión que me envenena, un grito silencioso en medio de tanta pena, una vergüenza escrita y una dignidad sin vida.
꧁Confesión y Pena꧂
La vida se me destroza y esta vez es solo por mí, un clavo
saca otro clavo y me he convertido en la puntilla de cada matiz. Me quema mi
recuerdo y me vuelve una intensa dualidad, no hay hueco para nada ni nadie más,
siendo ambas una sin más.
¿En qué momento me perdí? ¿Cuál de todos mis errores me
alejaron de mí? ¿Cómo pude estar tan ciega y perder lo único que merecía la
pena? Mis decisiones hoy pesan como profundas cadenas, me desgarran en mil
pedazos y no encuentro hilos que me puedan, todo pesa, todo daña, todo derrota,
todo supera ¿Por qué he perdido la fuerza? Me he preguntado durante lunas cuál
ha sido mi error y lo cierto es que sería más fácil contar los aciertos sin tu luz.
He perdido la única cosa que tenía de valor y ahora todo es un sinsentido del
cual no quiero ni escribir.
Me he negado a mis propias letras porque nada me va a aliviar,
el profundo dolor que me consume es mi condena y no queda nada más ¿Para qué
seguir victimizándome intentando encontrarme? ¿Para qué seguir cuestionando el por
qué de mis desgracias? Es mi existencia una desgracia en sí misma.
Me he roto el corazón, le he fallado a mi razón, he destruido
mis sueños con un soplo de velas y es que no sé cuál de las luces fue la que
toqué, qué botón, qué mala idea, qué tren tomé sin mirar atrás, lo único que sé
es que no puedo dejarme de lamentar.
Esta no era la vida que deseaba vivir, no era en absoluto lo
que aspiraba para mí, tampoco es que supiera exactamente qué haría de mí, pero
ahora sólo sé que me borraría sin echar el tiempo atrás, me desharía de mi
propia piel, del cuerpo que me atrapa, me siento ajena a mi propia carne y me
ahoga seguir respirando cada día.
¿Cómo aborreces y amas al mismo tiempo la vida? ¿Cómo la
añoras y la desprecias hasta la última gota de tu saliva? Vivir es doloroso y
existir es desgastante, pero cómo quisiera poder hacerlo sin que me apretase
cada parte del cuerpo, sin sentir que me duele cada fibra de mi corazón, que se
me agota cada neurona, deseando el adiós.
Soy mi más grande decepción, el amor que me rompió en mil el
corazón, soy quien me defraudó y me abandonó ¿Cómo me perdono por fallarme?
¿Cómo me perdono por no cuidarme? ¿Cómo perdono cada imprudencia que a
conciencia tomé sin clemencia? ¿Cómo le grito a la que añoraba su inexistencia
que estamos cerca de ella y ahora sólo queremos nuestra vida de vuelta? No
quiero creer que me merezco cada pena, pero es cierto que elegí mis pasos sin
darme de cuenta, sin siquiera recapacitar, sin detenerme a reflexionar.
Llené mi corazón con un sentimiento efímero que pronto se
quedó sin voz, me hastié, me cansé, me desprecié, le desprecié y simplemente me
alejé ¿A dónde vamos cuando no queremos despertar? El mundo de los sueños nos
abandona para enfrentar la realidad, cada día cuesta más el despertar, pero
sigo abriendo los ojos ¿Qué más me queda por esperar?
He perdido y he fallado, quiero perdonarme, me quiero amar,
quiero hallarle sentido a mi vida y a la existencia de la que se me dotó, pero
es tan difícil poder perdonarme y encontrarme en el amor, valorar cada cabello,
cada centímetro de mi piel, cada lágrima tibia que resbala por redención. Me
guardo un profundo rencor que me quema sin piedad, me desprecio de vez en
cuando, cuando nadie lo puede notar, anhelo la muerte como la abeja la miel, me
digo que puedo, pero no puedo ni respirar. No sé por dónde empezar a perdonar,
no sé cómo volver a amarme sin recordar que fallé en todo lo que podía fallar,
no sé de qué manera se mira al pasado y se le dice que he arruinado cada victoria
sobre la muerte y me he resignado a rogarle que me lleve… ¿De qué forma remedio
lo que no tiene solución? Los colores ya no existen y se me quiebra la voz, hay
tanto desespero que se convierte en desesperanza, he perdido hasta lo que dicen
que nunca se cansa.
El único consuelo que le queda a mi existir, es que aún no
se acaba el agua salada que me lloro por mí, es que aún quedan motivos para
lamentarse hasta morir, pero esa no era la idea, cuando llegué hasta aquí.